sábado, 13 de febrero de 2016

Abrir la boca y gritar sin voz, que nadie me escuche pero que todos me entiendan.



A veces creo que los años no consiguen borrar los recuerdos que tengo escondidos. A veces creo que son los propios recuerdos los que no quieren irse. A veces creo, que cuando menos me lo espero, el recuerdo aparece en forma de perfume, en forma de imagen o en forma de palabra para recordarme que sigue ahí y que nunca se ha ido. 

Empiezo a pensar en todos aquellos momentos, en qué pasó y en qué no dije, ¿Por qué hice aquello?, ¿Por qué fui tan estúpida?, ¿Por qué no me di cuenta a tiempo?

Y entonces lo veo claro.
Sé que soy yo la que no dejo que el recuerdo se marche. Sé que me agarro a ello porque en el fondo, no quiero que se vaya.

Porque el recuerdo tiene nombre propio y las historias solo mueren cuando dejan de recordarse. 

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